14.

Buenos días, seres únicos.

jueves, 3 de agosto de 2017

Y soy un remolino de emociones.

La magia existe.

Tú me lo demostraste sin darte cuenta.
Sin querer.
Me viste.
A mí, que ya me creía perdida entre tanto silencio.

A mí, que ya no podía dar un paso más con estos pies rotos de vagar por tantos laberintos.

A mí, que me pesaba el pecho y era mi corazón cayéndose a cachitos.

No existe magia más bonita que la que tú me enseñaste.

Me viste, y te quedaste conmigo.
A pesar de que estaba tan vacía que hasta el mar tenía miedo de ahogarse en mis adentros.

Y la arena, de quedarse atrapada entre mis dedos.

De repente tú entraste en mí, queriendo quedarte tan dentro.
Y mientras, mis manos se engancharon a tu pelo encajando tan perfecto.

Hiciste que mi sangre volviese a correr dentro de mí, conectando todas las venas de mi cuerpo.

Y que mi mente volviese a recuperar su paz entre tus susurros.

Tus caricias traspasaron mi piel hasta llenarme de orgasmos.
Y mi corazón recomponiéndose con cada uno de ellos.

Decoraste esos laberintos con recuerdos.

Haciendo desaparecer el vacío con tus besos y el silencio con el sonido de nuestros latidos.

Pero, antes de eso, hiciste algo aún más bonito.

Me miraste.

Y me regalaste un espejo para que yo también me mirase.

Me repetiste que era bonita todas las noches.

Y me lo repetiste tantas veces que me lo terminé creyendo.

Antes de acariciarme la piel, me pedías que lo hiciera yo primero.

Me acompañaste en mi silencio, y esperaste conmigo hasta que yo quisiera que dejara de serlo.

Esperaste a que yo sola encontrara la salida de aquellas paredes monótonas.

Pero esperabas en la puerta para darme tu mano cuando yo estuviera lista.

Querías que yo sola uniera todos mis pedacitos rotos.

Para que yo sola lo hiciera cuantas veces estuviera rota.

Por si tú algún día te ibas.

Aunque quisieras quedarte conmigo para siempre.

Tú y tu magia.

La magia con la que me enseñaste a amar(me) y ser amada.